Cuando nos adentramos en el otoño y empezamos a notar el descenso de temperaturas, también apetece cambiar las escapadas rurales por aquellas con oferta gastronómica con la que reponernos del frío. Así, destinos como Pedraza , donde podemos desconectar rodeados de naturaleza y disfrutar de una pequeña villa considerada como una de las más bonitas de España, se presentan como uno de los destinos idóneos para una visita en esta época del año.
Pedraza ha sido considerada uno de los pueblos más bonitos de nuestro país. Desde 2014 forma parte de la Asociación de los Pueblos Más Bonitos de España, una entidad que agrupa localidades con valor patrimonial y cultural destacado. Además, en 2019 fue elegida Pueblo Más Bello de Castilla y León. Estos logros han reforzado su atractivo turístico y han contribuido a que la villa se posicione como un destino habitual dentro de la provincia.
Su núcleo urbano mantiene la estructura defensiva original, con calles empedradas y edificaciones de piedra, lo que refleja la organización típica de las villas castellanas de la Edad Media. La conservación de estos elementos permite que Pedraza mantenga su trazado y arquitectura originales, aspectos reconocidos oficialmente por las autoridades culturales de Castilla y León.
Patrimonio monumental de Pedraza

El acceso a Pedraza se realiza a través de la Puerta de la Villa, que desde la Edad Media constituye el único paso hacia el recinto amurallado. Este arco de piedra presenta detalles de estilo mozárabe y está unido al torreón que controlaba la entrada. En el mismo conjunto se encuentra el edificio que albergó la cárcel en el siglo XVI, donde se conservan aún las dependencias originales empleadas para los encierros.
Al cruzar la puerta, la Calle Real conduce al centro del núcleo urbano. Esta vía principal ha mantenido su trazado y su nombre durante siglos, funcionando como eje de comunicación y punto de encuentro del pueblo. El recorrido desemboca en la Plaza Mayor, un espacio amplio en proporción al tamaño de la villa, rodeado de fachadas porticadas y construcciones de piedra. Antiguamente, la plaza acogía mercados y celebraciones; hoy concentra gran parte de la actividad turística y gastronómica.
En uno de los extremos de la plaza se levanta la iglesia de San Juan Bautista, un templo de origen románico que conserva la torre y varios elementos originales, junto con añadidos barrocos de siglos posteriores. Desde allí, la Calle Mayor conduce hasta el castillo-fortaleza de Pedraza. Construido en el siglo XIII y reformado en el XV tras la Reconquista, destaca por su torre del homenaje y la conservación general de sus muros. En la actualidad, pertenece a los herederos del pintor Ignacio Zuloaga y puede visitarse mediante recorrido guiado.
La sucesión de murallas, calles empedradas y edificios de piedra mantiene el carácter medieval del núcleo urbano. Por ello, Pedraza está protegida como Bien de Interés Cultural y forma parte del patrimonio histórico de Castilla y León, siendo un ejemplo destacado de conservación arquitectónica dentro de la provincia.
El lechazo como emblema gastronómico de Pedraza

La gastronomía es uno de los principales motivos por los que los visitantes se acercan a Pedraza. En esta villa, el cochinillo asado se ha convertido en el plato más representativo de la tradición culinaria local. Este producto, característico de las provincias de Segovia, Valladolid y Burgos, se elabora siguiendo métodos transmitidos de generación en generación y forma parte de la identidad gastronómica de la comarca.
El cochinillo se cocina en horno de leña, sazonado únicamente con sal, y se asa lentamente durante tres o cuatro horas. Esta cocción pausada permite que el calor se distribuya de manera uniforme, conservando los jugos naturales y logrando una textura tierna. La preparación sigue un rito tradicional que ha cambiado muy poco con el paso del tiempo, y que refleja directamente la cocina castellana de la región.
En Pedraza, los restaurantes especializados continúan utilizando hornos de leña propios para mantener la autenticidad del proceso. Tanto el cordero lechal como el cochinillo son los protagonistas de la oferta gastronómica local, y constituyen un atractivo que complementa la visita al patrimonio histórico. Para muchos visitantes, la degustación de estos platos se ha convertido en uno de los principales motivos para viajar hasta esta villa segoviana, combinando historia, tradición y gastronomía en un mismo recorrido.

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