El pasado 26 de octubre se llevó a cabo la denominada consulta del Pacto Histórico, un ejercicio que, según su convocatoria, buscaba definir un candidato presidencial y los aspirantes al poder Legislativo. Este mecanismo fue presentado ante la ciudadanía como una expresión genuina de participación democrática, un espacio para que el ‘pueblo’ determinara quiénes habrían de representarlo en el próximo cuatrienio. Sin embargo, los hechos evidenciaron una realidad distinta: una puesta en escena política que terminó por desvirtuar los principios fundamentales del sufragio libre y transparente.

Lo que se anunció como una movilización masiva del pueblo terminó convirtiéndose en una muestra más de dedocracia, donde la voluntad ciudadana fue subordinada a intereses particulares y a las decisiones

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