Cuando a fines de los años 80 e inicios de los 90, parecía faltar muy poco para que Sendero Luminoso alcance el llamado “equilibrio estratégico” como paso previo a la toma del poder en medio de asesinatos selectivos en Lima y crímenes salvajes de campesinos pobres en la sierra, atentados dinamiteros, cortes de luz, toma de universidades y “paros armados” en que aquel que salía a trabajar corría el riesgo de ser eliminado, muy pocos hubieran imaginado que 30 años después iba a llegar al gobierno alguien como Pedro Castillo, un filosenderista.

Y hacer esta afirmación no es “terruqueo”. Es, simplemente, sostener la verdad. El profesor con su sombrerito y su cara de que no mataba ni una mosca, fue el candidato del Movadef –que es el rostro reciclado de Sendero Luminoso para estos tiempos post

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