En una base militar en la costa caribeña del este de Venezuela, las pantallas de los radares permanecen en su mayoría a oscuras. Los generadores zumban de forma intermitente, se desmantelan piezas de aeronaves inmovilizadas y los oficiales se comunican por teléfonos celulares personales porque las radios del ejército ya no funcionan. A solo unos cientos de millas al norte, el mar Caribe está repleto de buques de guerra estadounidenses, cazas furtivos y drones de alta tecnología en lo que los analistas describen como la mayor demostración de fuerza en la región en medio siglo.
Por El Nuevo Herald
El contraste es sorprendente. Washington ha desplegado una de las fuerzas navales más poderosas que la región ha visto en décadas: un portaaviones, varios destructores, un submarino, cazas F-35

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