Derrotado el senderismo maoísta, defensor sangriento de la utopía revolucionaria, las izquierdas que cogobernaron durante veinte años el Perú propusieron una nueva utopía, la utopía del republicanismo progresista.

Las diversas herejías antropológicas sobre las que se fundan las ideologías políticas por fuerza generan diversas consecuencias, distintas en esencia. La antropología revolucionaria y violenta provocó un baño de sangre, había que matar en nombre de la política. La antropología gnóstica y relativista convirtió al Estado en una especie de plastilina cuasi líquida, maleable, debilitada hasta el extremo por la destrucción del principio de autoridad. En efecto, la gnosis política destruye toda autoridad, todo poder constituido, toda institución dedicada a defender el orden y la razón

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