«Es una sentencia de muerte». Con estas palabras define Lourdes Pérez Prieto, la mujer de un afectado de ELA de Salamanca, el momento en el que se les comunica el diagnóstico. De profesión: montador de muebles. ¿Hobbies? Muchos, pero con dos vertientes claras: su familia y el fútbol. Fue entrenador del Sporting Carbajosa y era una de sus grandes pasiones. Pero hace quince años que todo cambió. Rafa Castaño celebraba el Lunes de Aguas junto a su mujer y a sus hijos, y fue al intentar jugar con un tirachinas cuando notó que no podía hacer bien el movimiento.
Ese fue el primer síntoma. Una señal inocente que no hacía pensar que se trataba realmente de esta enfermedad. «Fuimos al hospital y le dijeron que se trataba del cubital y que había que operarle», cuenta Lourdes. Al salir de la interve

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