Cáceres está viviendo una revolución tranquila . No hay estridencias, ni grandes campañas, ni estrellas fugaces: hay verdad. En los últimos años, la ciudad se ha consolidado como una de las capitales gastronómicas más interesantes de España , un destino donde el producto local ha pasado de ser una etiqueta a convertirse en una filosofía. Cocineros jóvenes, formados dentro y fuera de Extremadura, están dando forma a una nueva identidad culinaria que nace del respeto al pasado y de una mirada moderna hacia el futuro.

La revolución cacereña no se entiende sin el territorio. En esta tierra de dehesas, olivares y huertas, los ingredientes no solo alimentan: cuentan historias. De la Torta del Casar al pimentón de La Vera , del cordero de dehesa a las mieles de Hurdes o el vino de

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