Uno de los síntomas más nítidos de la situación de emergencia que atraviesa el país es el funcionamiento de la economía sin su herramienta principal: una ley de Presupuesto anual debatida y aprobada por el Congreso a instancia y propuesta del Poder Ejecutivo Nacional.

Desde el final del mandato del anterior gobierno, y a casi dos años de la gestión actual, la administración del Estado continúa guiándose por una estimación de gastos y recursos prorrogada.

En ese lapso, la economía sufrió además una distorsión más que significativa, por el impacto de un proceso inflacionario de tres dígitos anuales. De modo que la administración estatal viene funcionando a ojo de buen cubero, con el alto grado de discrecionalidad que esto implica para todos los niveles de gestión, nacional y subnacional.

See Full Page