Presionado por el mal inicio en la Liga , siempre en descenso, el Girona llegaba con la obligación de remontar el vuelo en uno de los estadios menos estimulantes de Primera. El Coliseum, un nombre que no es en absoluto fiel a la realidad, es un campo frío y desangelado, sobre todo ahora con media grada en obras, que además es el cobijo del Getafe .

El incómodo equipo de Bordalás, siempre al límite del reglamento, acostumbra a enredar a los rivales en sus partidos trampa con poco ritmo y agresividad en los contactos. Aunque los de Míchel se revolvieron en el cepo azulón, acabaron sumándose en el tramo final a la colección de presas deportivas de los madrileños, con los goles de Mario Martín y Mayoral (2-1).

Los ‘azulones’ firmaron su guion habitual, con poco ritmo, ante un Girona si

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