No queda ni fe en el milagro. El Real Zaragoza se muere y nadie hace nada por evitarlo. El déficit de calidad lo condena. No solo abajo, en el campo, donde es un perdedor, sino arriba, en el palco, donde también lo es un club que, como el equipo, permanece inerte en el suelo . Ya no late el corazón de un alma en pena . Escuchen bien: el Real Zaragoza se muere. Y lo peor es que parece asumido ya por todos. Eso es lo más grave. Suena el réquiem a todo volumen y hay quien no entiende el significado.
Se va el Zaragoza, nuestro Zaragoza. Ese que han destrozado entre unos y otros. Ese que nos hizo felices y del que nos sentíamos tan orgullosos. El mismo que nos hizo soñar cuando fuimos los mejores. Aquel que coleccionaba víctimas ilustres y títulos. Cierren los ojos y retengan aquello

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