¿Qué hacer con el problemático módulo de fauna de la Minorista? La respuesta fácil, claro, es cerrarlo, evitar que allí se sigan vendiendo animales vivos –una práctica que debería quedar reducida solo a animales de producción y con controles estrictos– y que los comerciantes se dediquen otra cosa.

Pero la realidad es más complicada. Además del debate sobre condiciones sanitarias y bienestar animal, hay una discusión compleja sobre el futuro de los comerciantes, varios de los cuales tienen una tradición familiar en este negocio de más de 70 años. Pero, adicional a ello, en ese módulo de infausta fama –y que muchas veces termina convertido en chivo expiatorio para mostrar resultados ante el desbordado maltrato animal en la ciudad–, hay invertidos recursos públicos, comenzando por los $2.500

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