CDMX.- No debería yo publicar los hechos y dichos de Capronio, sujeto ruin y desconsiderado. Si los saco a la luz es para ejemplo de malos. El otro día su mujer leía un libro y le comentó: “Dice aquí que en tiempos muy pasados se acostumbraba en algunas regiones de la India enterrar viva a la esposa de un difunto junto con él, para que lo acompañara en la tumba”. “¡Qué barbaridad! -exclamó escandalizado el tal Capronio-. ¡Pobre hombre!”. (N. B. Quien lea La vuelta al mundo en 80 días, de Julio Verne, encontrará un pasaje relacionado con ese antiguo uso). La esposa de don Lánguido era pintora. El provecto señor le pidió: “Haz mi retrato”. “Lo siento -se disculpó la mujer-. No pinto naturalezas muertas”. Un amigo de Babalucas le contó: “Mi hija salió de la preparatoria abierta”. “¿De veras?

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