Pocas cosas reflejan mejor cómo cambia la economía de un país que la cesta de la compra . Y si nos fijamos en los últimos meses, parece que los hábitos de consumo de los hogares españoles están dando un giro lento pero constante. Ya no se compra como antes según se refleja en un reciente estudio. No sólo porque se intente ahorrar más ante la subida constante de precios. Es que hemos cambiado nuestra forma de comprar, incluso la frecuencia con la que visitamos el supermercado . Un cambio silencioso que ya está afectando al día a día de miles de familias.

Según el estudio KPIs de Compra 2025 , elaborado por Gelt junto a Aecoc Shopperview , el tamaño medio de la cesta se ha reducido casi a la mitad en solo cuatro años, pasando de 23 a 12 productos por compra. La razón principal es clara: el mencionado aumento de los precios. Los alimentos, la limpieza, incluso lo más básico, se ha encarecido hasta obligar a los consumidores a replantearse cómo, cuánto y dónde compran. Y la respuesta ha sido simple, aunque reveladora: en lugar de hacer grandes compras, ahora se compra menos… pero más veces . Se reparte el gasto a lo largo del mes y se afina cada ticket. De este modo, se compra lo justo. Ni más ni menos. A este comportamiento racional se suma la búsqueda constante de ofertas, las promociones y, sobre todo, el auge de las marcas blancas , que han encontrado el escenario perfecto para crecer.

El giro silencioso en el consumo que afecta a miles de hogares

El dato más contundente del informe KPIs de Compra 2025 es este: en cuatro años, hemos pasado de comprar una media de 23 productos a tan solo 12 por visita al supermercado. Es decir, prácticamente la mitad. Un recorte que no viene acompañado de una menor necesidad, sino de una estrategia para sobrevivir a la subida de precios.

Esta nueva forma de comprar se traduce en una fragmentación del gasto. Ya no se hace la compra del mes ni se llenan carritos hasta arriba. Ahora, lo habitual es pasar por el súper varias veces, con listas más pequeñas, para controlar mejor el desembolso. Así, se puede ajustar el gasto a lo que entra cada semana en casa. Según el estudio, el 51 % de los hogares llega justo a final de mes , lo que obliga a priorizar, elegir bien y dejar fuera los caprichos.

También se ha reducido el ticket medio, que ha pasado de 32,5 euros a 28,2 en el último año . Son apenas cuatro euros, pero repetidos muchas veces, marcan la diferencia. La sensación general es que todo cuesta más, pero se compra menos. Una combinación complicada que obliga a afinar el presupuesto como nunca antes.

Las marcas blancas están al alza

En este contexto, las marcas de distribuidor (MDD) (las conocidas marcas blancas) han ganado protagonismo . No sólo por ser más baratas, sino porque la percepción de calidad ha mejorado, y el consumidor ya no ve tanta diferencia entre una marca tradicional y una de supermercado.

El informe revela que los supermercados con mayor presencia de marca blanca concentran más del 80 % de sus ventas en clientes recurrentes . Es decir, quien compra allí, repite. Y no es casualidad. La fidelización se apoya en precios ajustados, productos básicos fiables y la sensación de que, al menos ahí, el gasto no se dispara.

Un buen ejemplo de esto es Mercadona, que sigue siendo uno de los supermercados más visitados de España . Su apuesta por la marca propia es clara, y el cliente lo valora. Según el estudio, entre los productos más demandados están los yogures, los postres lácteos, la limpieza del hogar y el cuidado personal. Además, su sección de perfumería y cosmética ha crecido hasta convertirse en la tercera categoría más movilizadora, por detrás de la alimentación y el hogar.

Comprar diferente, vivir igual

Este nuevo consumidor ya no se define sólo por lo que compra, sino por cómo lo compra. Busca promociones, descuentos, multiplica visitas al súper y adapta sus hábitos a un contexto que no da tregua. Ya no se trata de llenar la despensa, sino de mantenerla viva sin que el bolsillo se resienta.

Y aunque muchas de estas decisiones se tomen sin pensarlas demasiado (simplemente por necesidad), lo cierto es que están generando un cambio profundo en el panorama del consumo en España. Un giro silencioso, sin alarmas , pero que lo cambia todo: desde qué marcas sobrevivirán hasta qué productos dejarán de formar parte de nuestra rutina diaria.

Al final, lo que ya no compramos como antes no es sólo un síntoma de la inflación. Es también el reflejo de un país que se adapta, se ajusta y sigue adelante como puede. Porque si algo demuestra este estudio es que, aunque cueste más, las familias siguen buscando la manera de no renunciar a lo esencial.