Hace unos días, en el marco del Festival Internacional de la Cultura Campesina, viví una de esas noches que invitan a mirar hacia adentro. Mientras disfrutaba de una noche gospel, escuchando a Daniel Habif y luego a los artistas estelares de la jornada, decidí voltear la mirada hacia el público. Fue un gesto simple, pero profundamente revelador.

Vi rostros bañados en lágrimas, personas en silencio, otras con las manos al cielo agradeciendo, y muchas más sonriendo con esperanza. En medio de esa mezcla de emociones, una palabra comenzó a resonar en mi mente con una fuerza que no pude ignorar: empatía. Una palabra poderosa, pero tantas veces usada sin acción. Una palabra que hemos aprendido a pronunciar, pero que hemos olvidado practicar.

La empatía, más allá del concepto, es la capacidad d

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