El agitador ultra ha congelado su gira sobre "periodismo crítico y comunicación política" que ha pasado ya por varias universidades españolas sin tener permiso para su celebración

Mordiendo el anzuelo de Vito Quiles

La escena se repite desde hace semanas. Vito Quiles anuncia su presencia en una universidad española, no pide permiso —o se le deniega— y se presenta igualmente en el recinto para agitar una supuesta “censura” contra sus “charlas sobre la libertad y España”. En la mayoría de los casos, el agitador ultra no ha solicitado autorización a las autoridades universitarias, según ha podido comprobar elDiario.es. En otros, como ocurrió hace unas semanas en la Universitat Autònoma de Barcelona, fue una asociación la que trató de pedir permiso sin mencionar su nombre, y fue rechazado. Luego Quiles acude para quejarse de las “prohibiciones”. “Lo que han conseguido realmente prohibiéndonos dar charlas sobre libertad y sobre España es que esta gira se haya convertido en un movimiento masivo y patriótico histórico”, proclamaba frente a la Facultad de Derecho de la Universidad de Granada, una de las primeras paradas de su 'tour' universitario.

Ahora, su gira está pausada. Así lo anunció el pasado viernes después de cancelar por primera vez su charla en el campus de la Universidad de Navarra (UNAV) ante la respuesta de centenares de manifestantes y los disturbios que se generaron en las calles de Pamplona. La institución no lo había autorizado ante el temor a que se produjeran choques violentos, como finalmente ocurrió, con un periodista agredido. “Ayer la izquierda causó escenas de terror que no se pueden repetir”, escribió Quiles en la red social X. La suspensión será durante al menos una semana con el objetivo de “coordinar con las autoridades un escenario que garantice la seguridad de la gente y mi derecho constitucional a la libertad de expresión. Yo no quiero violencia, quiero poder hablar en mi país”, dijo.

En sus paradas previas sí había acudido al recinto universitario, pese a no tener permiso para hacerlo, para hablar megáfono en mano y presentarse como una especie de mártir censurado. Los expertos explican los elementos que construyen su relato: la confrontación, la difusión de bulos y el papel de los medios.

Qué busca con su gira sin permisos

“El conflicto, no la charla, es el verdadero evento”, explica Ignacia Perugorría, socióloga y profesora en la Universidad del País Vasco. Y en este último suceso en Pamplona se materializa cómo también los manifestantes en contra de la presencia de Quiles en las universidades entran en su juego de polarización y, en este caso, escalan la violencia y le ponen en bandeja que ratifique su marco.

“Lejos de desplazar el foco hacia la necesidad de reforzar los valores universitarios de pensamiento crítico, diálogo informado, pluralismo y convivencia [analiza la socióloga] los recientes sucesos acaecidos en la Universidad de Navarra constituyen, muy probablemente, la reacción que Quiles buscaba generar: una respuesta que alimenta su narrativa y amplifica su visibilidad en redes”. Por ello, subraya la importancia de optar por “estrategias no confrontativas, como foros de debate, manifiestos, campañas pedagógicas o actos culturales. Estos repertorios permitirían recentrar el debate en los principios académicos, contener la polarización, y evitar la capitalización mediática de esos episodios”.

El agitador aprovechó la tensión para difundir un bulo que pusiese el foco donde más le interesaba. “La Jefatura de la Policía Nacional me alerta de que no puede garantizar la seguridad del acto ante la amenaza de proetarras y abertzales desplazados del País Vasco a Navarra. La Policía ha interceptado a esta hora 16 cuchillos y navajas en un registro aleatorio realizado en Pamplona a dos autobuses procedentes de Bilbao”, escribía en una publicación de 'X'.

Desde la Delegación del Gobierno en Navarra desmintieron estas afirmaciones en un comunicado remitido a los medios. “Es falso que Policía Nacional haya señalado que no podía garantizar la seguridad del acto previsto en la Universidad en Navarra”, aclararon, añadiendo que también es mentira que “se haya incautado de cuchillos y navajas en autobuses procedentes de Bilbao”. “Por lo tanto, Policía Nacional no ha influido en la decisión final sobre la celebración o no del acto”, concluyeron.

“Su identidad se alimenta de la confrontación”

Pero su relato ya estaba claro. Quiles consigue victimizarse y revivir a ETA en su discurso, un enemigo importante para él, porque, como expone Perugorria, “la extrema derecha necesita antagonismo; su identidad se alimenta de la confrontación”. Cada protesta, dice, “puede reforzar su narrativa de censura si se percibe como intolerancia o violencia”.

La UNAV fue la única universidad que recibió una solicitud de autorización expresa firmada por Vito Quiles para su charla. La institución, privada y vinculada al Opus, no autorizó el acto porque las actividades “han de estar enmarcadas en asignaturas concretas, de las que son responsables los profesores, o iniciativas aprobadas por las autoridades de la Universidad” y no en “el activismo político o intereses personales”, según argumentaron en un comunicado.

Desde la Universitat Autónoma de Barcelona, otra parada de su gira, le advirtieron de la falta de permiso antes del acto. “Si usted no se ha dirigido en ningún momento a los responsables de esta universidad para seguir el procedimiento preceptivo y vinculante para llevar a cabo conferencias, charlas, actos públicos, etc., le pedimos que se abstenga de hacer cualquier actividad en el campus sin autorización explícita”, comunicaban. La UAB recibió dos solicitudes por parte de la asociación S’ha Acabat! para actos el 16 de octubre, en ninguna de las cuales se mencionaba a Vito Quiles.

En Granada, megáfono en mano y envuelto en una bandera de España a modo de capa, Quiles lanzaba su discurso subido a los hombros de un guardaespaldas, intentando sobresalir entre la multitud de seguidores que lo rodeaban. La escena, más cercana a un mitin político que a una conferencia sobre “periodismo crítico y comunicación política”, se completaba con los manifestantes antifascistas que se concentraron en el campus para expresar su rechazo.

Pero el agitador no construye esta narrativa en solitario. Además de la colaboración de la asociación S’ha Acabat!, las redes sociales y las plataformas afines a él desempeñan un papel central en la difusión de su relato victimista, que lo presenta como un mártir censurado que desafía al poder. Es lo que refleja la campaña de la organización ultraconservadora Hazte Oír, que lanzó una recogida de firmas para exigir a la Universidad de Granada que “garantice la libertad de expresión de Vito Quiles”. En la web de la campaña se muestra al propio Quiles amordazado, bajo el lema “¡No a la censura!”.

¿Por qué esta insistencia en hacer creer que le cierra las puertas incluso cuando, en la mayoría de casos, ni siquiera intenta que se las abran? ¿Por qué no tramitar los permisos por sí mismo en todas las universidades? “La denuncia de censura es un elemento central del repertorio discursivo de las nuevas extremas derechas”, explica Perugorría. Al presentarse como víctima de un sistema “dominante” (universidades progresistas, feminismo, izquierda cultural) el agitador “se legitima moralmente como un ‘outsider’ que desafía al poder y genera simpatía apelando a la libertad de expresión”.

El rebelde de derechas: se trata de aparentarlo

Esa escenificación —banderas, provocaciones y cámaras grabando cada gesto— forma parte de una estrategia muy calculada. Como expone Perugorría, “su rebeldía es más performativa que política: no busca transformar estructuras, sino visibilizarse en el conflicto”. La investigadora define este tipo de actos como “un simulacro de rebelión, donde la transgresión se convierte en espectáculo y la confrontación en contenido viral”.

La tónica se repite en otras paradas más recientes, Málaga y Valencia. Según han informado ambos centros a este diario, la solicitud de permiso para la charla se tramitó a través de asociaciones, no en nombre de Vito Quiles, y fueron desestimadas. En los dos campus se desplegaron amplios dispositivos policiales, se enfrentaron manifestantes y seguidores, y se produjeron fotografías de toda la escena que retratan al “rebelde de derechas” que busca proyectar. “La rebeldía de derechas se apropia de los signos del inconformismo —la irreverencia, el humor provocador— pero los vacía de contenido emancipador y los reorienta hacia la defensa del orden establecido”, añade Perugorría, que define esta corriente como un “reaccionarismo supuestamente antihegemónico”.