No se ven muy creíbles los aplausos «norcorean style» a un tipo tan estúpido que ha conseguido sentarse en el banquillo del Supremo cuando el caso en origen afectaba al principal rival político. El cielo siempre puede esperar, pero por lo visto al fiscal general no se le podía demorar un solo minuto lo de enviarle información confidencial a su mail personal sobre la pareja de Ayuso.
No hay que ser un experto en derecho, ni la fiscal superior de Madrid, para saber que la comunicación de un abogado de la defensa con un funcionario judicial no es como pedirle a alguien que te diga la hora.
Como tiendo a pensar bien de los demás, a mí me cuesta ver al presidente del Gobierno dándole a Ortiz una orden tan asombrosamente estúpida. Por eso todo me encaja más como la típica cagada que te lía un

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