El corazón financiero de Elche late cada vez con menos fuerza. La pasada semana, los operarios del Banco Santander desmontaban los rótulos rojos y el emblema de la entidad de la familia Botín en la Plaça de Baix, poniendo fin a más de dos décadas de presencia en el epicentro económico y simbólico de la ciudad. En el escaparate, un cartel con letras grandes anunciaba un cambio de escenario: “¡Nos mudamos!”. El tono, jovial, contrastaba con el trasfondo del mensaje. La oficina no reabrirá en un nuevo local, sino que sus empleados se trasladan a una sucursal ya existente, en la calle Reina Victoria, número 13.

El pasado viernes 17 de octubre fue el último día de actividad del Santander frente al Ayuntamiento. Desde entonces, cada vez que el primer edil, Pablo Ruz , se asome al balcón

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