De nueva cuenta, X mostró lo peor de la sociedad mexicana. Bastó un mensaje mío —ni agresivo ni partidista— para despertar una ola de insultos. El tuit decía:
"El asesinato de Carlos Manzo revela tres tragedias: un país insensible a la violencia, unas redes que linchan sin saber y una clase política incapaz de sentir. En México, la sinceridad es resistencia y la empatía un lujo que casi nadie puede pagar."
No juzgaba ni atacaba a nadie; solo describía una realidad. Pero en X, donde la furia es el idioma dominante, cualquier mensaje que no grite es ignorado o atacado. Mi mensaje fue visto por apenas seis mil personas, una cifra mínima frente a los millones que alcanzaron los mensajes incendiarios. No promovía odio ni culpables: por eso el algoritmo lo sepultó.
El asesinato de Manzo fue t

El Diario de Juárez

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