Por Analía Pinto (*)
Dijo alguna vez el poeta santafesino Hugo Gola: “Con frecuencia muchos lectores consideran al espacio de la poesía como un coto cerrado de difícil acceso. Otros optan por devaluarla , alojándola en el depósito de los trastos inútiles, porque se desentiende, dicen, de los arduos problemas del hombre contemporáneo”. Esta sección, asentada sobre hombros de gigantes en esta actual época de tantas pequeñeces, pretende modestamente desbaratar esos prejuicios señalados por Gola.
Acaso porque la poesía es la más subversiva de todas las artes, se la mira con recelo y se la envía sin más trámite a algún perdido cenáculo de intelectuales capaces de “comprenderla” (sin embargo, ya dijo Baldomero Fernández Moreno que “ante la poesía, tanto da temblar como comprender”). Mi exp

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