El exorcista del Vaticano, el padre Francesco Bamonte, ha declarado hace unos días que Halloween podría ser una celebración peligrosa, porque pone a sus celebrantes en contacto con la brujería y el diablo, y en suma, con el orbe de lo maléfico. La fascinación por la brujería en Europa es un fenómeno de siglos, aún vivo en nuestra época, que no cabe enunciarlo en estas líneas. Sí puede recordarse, no obstante, que el Halloween actual es una versión moderna de viejos ritos católicos, pasados a ultramar, y de allí vueltos al Viejo Mundo con sus espléndidas calabazas de mirada llameante y su infantil coro pedigüeño. Truco o trato. De un modo u otro, esa cohorte de espíritus, que acecha en las primeras noches de noviembre, no andan muy lejos de la Santa Compaña y su luminaria tímida e infausta,

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