La idea era buena. Y sobre el papel quedaba de fábula. Montar un restaurante sobre una isla artificial en pleno puerto de Alicante, un referente de la hostelería valenciana en el que la gente pudiese comer paella o tomarse una copa con vistas al Mediterráneo (directamente en él, mejor dicho), rodeados de veleros. Para que los clientes pudiesen llegar a la isla incluso se pensó en construir un barco-taxi .

La idea sonaba tan bien, de hecho, que el Puerto de Alicante decidió apostar con fuerza por ella, dedicándole millones de euros. Ahora en vez de una isla idílica para tomar mojitos y cafés en plena bocana lo que tiene es un enorme lío .

¿Una isla artificial? Así es. Para entenderlo hay que remontarse unos años atrás, a comienzos de 2022 , cuando la Autoridad Portuaria de Al

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