“Las leyes de amnistía solo se hacen en un cambio de régimen, no ante el intento de un golpe de Estado”. Así se ha expresado esta semana el juez Manuel García-Castellón, sin ningún tipo de matiz ni pudor institucional. No es una frase cualquiera: es, de hecho, el reconocimiento más cruel de aquello que muchos políticos aún se niegan a asumir: España está en un final de ciclo. El régimen del 78, que cumplió la función de desalojar una dictadura y poner en marcha una democracia limitada, ya no sirve para sostenerla, ni para hacerla crecer, ni para integrar en ella a las naciones sin Estado que conviven en su seno . La referencia de este juez impresentable a un golpe de Estado no merece mucha consideración, salvo para apuntar que, cuando hay “intentos de golpe de Estado” contra un régimen (

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