El silencio en El Chinguillo solo es interrumpido por el eco lejano de algún animal o el roce del viento entre los árboles. Este pueblo emerge como un oasis suspendido en el desierto cuyano . El viajero que se aventura desde la ciudad sanjuanina de Rodeo debe surcar setenta kilómetros de caminos ásperos, solo aptos para vehículos todoterreno, antes de presenciar cómo un valle secreto se abre a unos 2.000 metros sobre el nivel del mar. De pronto, aparecen árboles, parcelas cultivadas y una calma que resiste incluso los rigores del invierno.

Aquí viven apenas cuatro personas: Iván Solar , su esposa Lorena y los hijos de ambos, Jesús, de 10 años, y Reinaldo , de ocho. Los Solar son los últimos custodios del norte de San Juan , en el departamento de Iglesia. No hay vecinos

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