Joaquín Sabina ya no necesita escenarios para sentirse vivo. Su refugio está en pleno centro de Madrid , en un dúplex de 300 metros cuadrados que es puro Sabina: desordenado, bohemio, lleno de vida y con más historia que muchos museos. Y lo curioso es que su gran amigo Joan Manuel Serrat tuvo mucho que ver en cómo quedó. Fue él quien le recomendó al arquitecto que transformó el piso en un rincón tan creativo como el propio cantautor.

El edificio, de esos con techos altos y suelos de madera , es una joya del casco antiguo madrileño. Pero dentro, nada de minimalismo ni tonos neutros. Aquí manda el caos ordenado de Sabina . En la entrada te topas con alfombras de colores , muebles viejos pero con historia y algún que otro cuadro provocador . Cada pared cuenta una anécdota, y

See Full Page