El Barça está incompleto. Puede ganar, puede competir, puede dominar… pero sin Raphinha no es el mismo equipo. Esa es la percepción dentro del vestuario y especialmente dentro de la cabeza de Lamine Yamal . El joven talento está creciendo, asumiendo responsabilidad y cargando el peso ofensivo del equipo, pero siente la ausencia del brasileño en cada ataque. En Brujas se evidenció de forma dolorosa: al Barça le faltó ese empuje, esa presión y esa chispa que siempre aparece cuando Raphinha está en el césped.

Lamine necesita a Raphinha . No por dependencia, sino por química futbolística. Con él a su lado, el campo se abre, las defensas se dividen y el Barça juega más vertical. Sin él, todo se vuelve previsible. Menos ritmo, menos agresividad, menos alma y mucha menos entrega

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