Es legítimo aspirar a transformar estructuras heredadas, pero el reto es hacerlo sin amputar la pluralidad, sin estirar la realidad hasta que se quiebre, sin castigar el pensamiento independiente.

En la mitología griega, Procusto ofrecía descanso a los viajeros, pero su hospitalidad escondía una crueldad extrema: obligaba a sus huéspedes a acostarse en una cama que nunca coincidía con su tamaño y, más tarde, los estiraba o cortaba sus miembros para ajustarlos a ella. Su obsesión era clara: que el viajero encajara en su molde. En la actualidad, el mito de Procusto se ha recuperado para describir a quienes buscan limitar, recortar o neutralizar a quienes piensan distinto, destacan o rompen la uniformidad. En política, esta lógica se manifiesta cuando el poder intenta homogeneizar la realida

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