La estampa del treintañero que firma su primera como rito de paso a la madurez ha dejado de ser la única foto fija del mercado inmobiliario español. Un nuevo protagonista, más veterano y con una solvencia económica consolidada, se abre paso con una fuerza arrolladora: el comprador mayor de 45 años . Este grupo demográfico ya no es una anécdota en las , sino un actor principal que está redefiniendo las reglas del acceso a la vivienda en propiedad.

De hecho, la banca recibe con buenos ojos a este perfil de cliente. Su estabilidad laboral y financiera es un aval innegable, hasta el punto de que destinan de media un comedido 19% de sus ingresos mensuales al pago de la cuota hipotecaria. Se trata de un perfil de cliente solvente y, por lo general, más predecible que los compradores más jóv

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