¿Cómo se hace la que usted considera su obra más personal a partir de las memorias de otra persona?
Porque tuve el privilegio de ser amigo de Fernando. No hablo solo de un profesional al que admiré y respeté, sino de un amigo al que quise muchísimo y con el que compartía muchas cosas: su abuela era como la mía, su España era como la mía, su madre era como la mía… Había muchas coincidencias biográficas y vitales. Este proyecto lo llevo conmigo desde hace tiempo y, sin duda, es el más personal de toda mi carrera.
Fernán Gómez era un actor de estirpe y ya era bastante popular cuando usted lo conoció. ¿Le imponía?
Sin duda. En realidad, fue Emma Cohen la Celestina de nuestra amistad. Me dijo un día: «Estoy harta de que Fernando me hable de ti y de que tú me hables de Fernando». Los dos éram

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