El abuso corporal de que fuera víctima doña Claudia recientemente avivó el activismo feminista. Y está bien, lo criticable es que la hayan dejado expuesta a sufrir esta clase de ataques y aun a otros de mayor gravedad. Increíble que sus presuntos guardianes la abandonaran ante evidente riesgo, es decir, cuando entre la gente buena podría mezclarse un desequilibrado dispuesto a cumplir criminales consignas por un puñado de pesos o mandato de la derecha fascista.
Todo quedó en una agresión de por si condenable, pero que también sirve para alertar los protocolos de seguridad en tiempos donde la violencia contra políticos y líderes sociales alcanza índices preocupantes. Ni como negar que el hecho indigna no solo por lo que significa, sino por el daño a la república. Y Claudia Sheinbaum repres

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