Entre los valles del Goierri , entre montes y prados que parecen no tener fin, encontramos Arama , un pequeño pueblo de Gipuzcoa que muchos pasarían por alto si no fuera por un detalle sorprendente más allá de su belleza y encanto. Y es que, con menos de doscientos habitantes y apenas 1,3 kilómetros cuadrados de superficie, es uno de los municipios más diminutos del País Vasco pero también de los más prósperos si tenemos en cuenta que algunos de sus vecinos ganan más de 74.000 euros.
Según los últimos datos del Instituto Vasco de Estadística (Eustat) , las familias de Arama superan esos 74.000 euros de renta media anual, una cifra difícil de imaginar en un entorno tan rural. Es un pueblo pequeño pero que además no tiene fábricas, ni urbanizaciones de lujo, ni turismo constante. Sólo tranquilidad, trabajo y una comunidad pequeña que ha sabido mantener un equilibrio que muchos pueblos envidiarían. A simple vista, Arama parece un pueblo más del Goierri, pero cuando uno se adentra en sus calles y empieza a observar, entiende que su secreto no tiene que ver con la suerte, sino con un equilibrio muy vasco entre tradición, trabajo y comunidad.
El pueblo más pequeño de Gipuzkoa… y el más rico
Según los últimos datos del Instituto Vasco de Estadística (correspondientes al 2022), la renta media familiar en Euskadi alcanzó los 50.367 euros, con Gipuzkoa liderando el ranking autonómico con 53.652 euros, seguida de Bizkaia y Álava. Pero entre estas cifras destaca el nombre de Arama , ya que alcanzó 7 4.247 euros de renta media familiar.
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El contraste es enorme, sobre todo si se compara con pueblos mucho mayores o incluso con las capitales vascas. Lo sorprendente es que Arama no tiene un perfil urbano ni empresarial potente. Es un municipio rural, tranquilo, donde la economía gira en torno a pequeñas empresas del Goierri , muchas de ellas del sector industrial o tecnológico, y a una población estable y trabajadora.
El equilibrio entre pocos habitantes, sueldos sólidos y empleos de calidad explica buena parte de este resultado. No hay grandes fortunas sino familias con empleos bien remunerados y una vida sencilla, sin excesos ni lujos aparentes.
Naturaleza, patrimonio y vida pausada
Arama está situado sobre las laderas del monte Arriguntzagaña, en la margen derecha de los ríos Oria y Zaldibia , en un entorno rodeado por montes y senderos. Desde el casco urbano, las vistas son amplias, con el monte al fondo y un horizonte que cambia de color con cada estación.
Su centro conserva la esencia de los pueblos vascos de montaña, destacando la iglesia de San Martín, construida sobre una antigua ermita y reformada a lo largo de los siglos. De planta rectangular y bóveda de medio cañón, guarda en su interior una talla de la Virgen que se ha mantenido intacta desde tiempos antiguos.
El resto del patrimonio lo completan la Casa Cural y los caseríos Iriarte e Iturrioz, que conservan la arquitectura típica vasca, con muros gruesos y tejados inclinados. Y al fondo del valle, bajo el puente que da acceso al pueblo, se encuentra el molino de Ibares , que en su día aprovechó la fuerza del río para moler grano y hoy genera energía eléctrica para uso doméstico.
Quien visita Arama no va en busca de grandes monumentos ni de ocio urbano, sino de tranquilidad. Es un lugar para caminar sin prisa y como, aprovechar para desconectar de todo. Muchos de sus visitantes coinciden en lo mismo: aquí el tiempo se disfruta de otra manera.
Una comarca que sabe trabajar
E l Goierri, al que pertenece Arama, es una de las zonas más activas económicamente del País Vasco. Con municipios como Ordizia, Beasain o Lazkao, ha logrado combinar industria y entorno rural sin perder identidad. En sus valles se concentran empresas punteras en ingeniería, energía y mecanizado, muchas de ellas de carácter familiar.
Esa red económica explica que incluso los pueblos más pequeños, como Arama, mantengan un nivel de vida elevado . La cercanía entre los municipios y la buena conexión por carretera permiten que muchos vecinos trabajen en empresas cercanas y vivan en entornos rurales. Así, lo que en otros lugares sería un pueblo dormido, aquí es un núcleo activo y con empleo estable.
El segundo más rico: Hondarribia
Después de Arama, el segundo municipio más próspero de Gipuzkoa es Hondarribia , con una renta media familiar de 72.557 euros. Muy diferente en tamaño y carácter, esta villa costera combina mar, historia y turismo, pero también un nivel económico alto. Sus calles empedradas, su casco antiguo amurallado y sus casas coloridas atraen cada año a miles de visitantes.
Aun así, el contraste con Arama es enorme. Hondarribia tiene más de 17.000 habitantes, hoteles, comercios y un puerto pesquero, mientras que el pequeño pueblo del Goierri apenas aparece en los mapas. Su riqueza no está en los visitantes ni en el turismo, sino en la estabilidad de su gente.

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