En 1964, la historiadora australiana Sheila Fitzpatrick , por entonces una alumna de posgrado en la Universidad de Oxford, consiguió una beca que le permitiría instalarse en Moscú y consultar archivos hasta ese momento poco explorados para completar su tesis. En plena Guerra Fría , los estudiantes extranjeros en la Unión Soviética eran vistos como potenciales espías y celosamente vigilados por la KGB .

Sheila Fitzpatrick junto al río Moscova en el invierno de 1969. Al fondo se ve la plaza Smolenskaya.

“ Una puede tomarle el gusto al peligro . Les pasa a los espías y también a los periodistas; pero no es lo que se espera de un historiador”, escribe Fitzpatrick en Una espía en los archivos soviéticos (Siglo XXI), sus memorias acerca de aquellos años, en las que

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