Antes que empiecen a cantar los pájaros

me espera el poema diario.

A veces como hoy tarda

en escribirse el primer verso

en poner al fuego la palabra

sugerida por el sueño.

Aunque aquí no hay relojes

la pausa se prolonga

y cuando escribo “Belleza”

despierta el primer pájaro

y la luz abre los ojos en parvada.

El escandalar, la algarabía,

las resonantes voces

escapan por los techos

y el silbato de una fábrica

pide que empolle la palabra.

La belleza trina y abre sus alas.

Trepida en el fogón

la flor que nutrirá la mañana.

Vale la pena demorarse

para que ande la belleza con pies propios.

Es otoño todavía

y las hojas de los árboles

son flores

que se separan de sus nidos

cuando empiezan a cantar los pájaros.

(Repican las noticias: recuento de cadáveres,

de bombardeos,

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