En lo alto de las montañas occidentales de Panamá, donde las nubes se aferran a las crestas y la señal de radio se desvanece mucho antes que el asfalto, dos pequeños ataúdes blancos fueron llevados por el lodo. Los dolientes hablaban en voz baja en ngäbe, sus palabras tragadas por la lluvia. Dentro de los ataúdes yacían Melanie y Kimberlin , de cinco y ocho años, arrastradas por una repentina corriente que convirtió un estrecho sendero en un río mortal. Su historia ha sacudido a una nación que rara vez mira hacia la Comarca Ngäbe-Buglé —una región que se inunda mucho antes de que llegue la ayuda.
Cuando la lluvia habla más fuerte que el Estado
La tormenta que mató a las dos niñas no fue solo un acto de Dios. Fue la cola del huracán Melissa , intensificada por días de lluvias inte

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