Las redes sociales se convirtieron en una vitrina donde la felicidad parece ser permanente. Sonrisas perfectas, viajes constantes, cuerpos moldeados sin esfuerzo y momentos inolvidables aparecen una y otra vez en los feeds.
Pero detrás de esas imágenes suele haber una construcción minuciosa: planificación del escenario, edición detallada, repetición de tomas y una narrativa visual diseñada para que la vida parezca impecable.
Este fenómeno está impulsado por la necesidad de aprobación digital. Los “ me gusta ” y los comentarios se han vuelto la medida de validación personal.
Cuando una publicación recibe más interacción, la plataforma la muestra a más usuarios y, a cambio, quien publica siente una recompensa emocional que refuerza la conducta. Esa dinámica alimenta la presión por mostr

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