Los recientes acontecimientos de Pamplona, centrados en la agresión colectiva a un periodista de El Español, que se suman a otros anteriores escenificados en Azpeitia y Vitoria, han desatado las especulaciones acerca de un renacer de la vieja kale borroka con la que ETA complementaba sus acciones terroristas para sostener su control territorial en algunas zonas del País Vasco. La tesis es atractiva –sobre todo porque se remite a un fenómeno ya conocido y porque permite sugerir la implicación del partido de Arnaldo Otegi en él–, pero errónea. La organización responsable de tales hechos –Gazte Koordinadora Sozialista (GKS), núcleo central del Movimiento Socialista (MS)– es, precisamente, una disidencia de la izquierda abertzale que ha roto con Bildu y que ha sido satanizada por este partido

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