Imagínese el llanto ahogado de una niña de ocho años, encerrada en una habitación polvorienta, con marcas frescas de dientes hundidos en su piel y surcos rojos de cables que serpentean como venas rotas por su espalda. No es una pesadilla sacada de una novela distópica, sino la cruda realidad que destapó la Fiscalía General del Estado (FGE) de Puebla este jueves, al detener a Melitón N. y Rosalba N., una pareja que, en lugar de refugio, transformó su hogar en un infierno de violencia para sus dos hijas menores: de ocho y cuatro años.

Este acto de barbarie, que clama por un repudio colectivo, expone no sólo el fracaso de un núcleo familiar, sino las grietas profundas en el tejido social de una entidad donde la violencia intrafamiliar devora infancias enteras.

La detención, ejecutada en la

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