Chema Rodríguez Actualizado Sábado, 8 noviembre 2025 - 00:07
Una placa en la pared, junto a la entrada, recuerda que aquí se gastaron (o más bien enterraron) fondos europeos de desarrollo regional , los famosos Feder. El metal está doblado en una de sus esquinas y donde debía estar la bandera europea solo hay un hueco vacío.
Cristales rotos en las ventanas, tablones de madera bloqueando los accesos y pintadas. Es todo lo que queda del Museo del Mundo Marino, llamado a ser la joya del Parque Dunar de Matalascañas, un complejo turístico, natural y de ocio que iba a revolucionar ese enclave costero de la provincia de Huelva. No solo eso. Era, aunque nunca lo fue, la prueba de que era compatible la protección del entorno -a sólo unos metros está el Parque Nacional de Doñana- con el

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