¿No será la felicidad personal una condición necesaria para contribuir a la felicidad colectiva?

Conocí al monje budista Matthieu Ricard el 8 de octubre pasado, cuando ambos compartimos el plató de La grande librairie , el único gran programa de televisión dedicado a los libros que se emite en Francia; Ricard habló de Lumières, un libro donde recoge fotografías realizadas durante los últimos 60 años en sus viajes por el Himalaya, la India, Nepal, Bután y el Tíbet. Casualmente, seis días más tarde la cara de aquel hombre apareció a toda página en la web de este diario. “El hombre más feliz del mundo, un monje budista, no movió un dedo por los demás”, rezaba el titular . El texto era un fragmento de una obra del historiador y periodista Rutger Bregman, y en él se afirma que Ricard ha pr

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