A la hora de crear un monstruo hay que prestar atención tanto al dato como al relato. Si uno de los dos falla la criatura nunca llega a ponerse en pie. Se levanta, quizás, pero trastabilla, limitada por su incapacidad para separarse de la humanidad.

Lo principal, el dato, es inmutable. Quizás se pueda especular con la motivación, con el resultado o con la secuencia de los hechos, pero la frontera entre lo que pasó y lo que no, entre la verdad y la mentira, es difícil de borrar. Pongamos por ejemplo a Ed Gein.

El Carnicero de Plainville asesinó a dos mujeres, Mary Hogan y Bernice Worden, en el 54 y en el 57, disparándoles con un rifle del calibre 22. También saqueó al menos 9 tumbas de mujeres recién fallecidas y utilizó partes de estos cuerpos para confeccionar diversas prendas de ropa y

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