Los depredadores no conocen la palabra piedad. En el reino animal, ningún león o águila titubea antes de cazar a su presa. De la efectividad de su aniquilación depende su sobrevivencia y esto significa siempre la muerte de otros. En el mundo interestelar, el alienígena nacido en 1987 con la película Depredador mata en realidad como deporte, como parte de un ritual que lo hace más honorable entre los suyos.

Tal vez esa fisura, la de no asesinar por equilibrio natural, le sirvió al realizador estadounidense Dan Trachtenberg para darle una nueva mirada al personaje y, en términos sociológicos, “salir de la caja”. Si la raza cósmica de los llamados “yautja” encuentra quizás un resquicio para no liquidar a su prójimo había que encontrar una historia que justificara el cambio de actitud. Pues b

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