La presidenta, que no quiso explorar en público los reclamos de Manzo, ahora tendría qué hacerse cargo de la conmoción por su asesinato. Pésima combinación
En lo único que parece haber consenso es que la crisis de seguridad de la que se desprende el asesinato del alcalde Carlos Manzo se gestó sexenios atrás. Fuera de eso, gobierno, opositores y deudos tentalean inmersos en una niebla sobre qué ruta lleva a la seguridad.
El edil de Uruapan abatido la noche del sábado, clamaba por apoyo federal y revisión del modelo de combate a los delincuentes. Su reclamo fue despreciado por el Gobierno estatal, de extracción morenista, y subestimado por la presidenta Claudia Sheinbaum.
La sangre de Manzo embarró la cantaleta del Gobierno federal , que presume haber logrado una caída de 32 por cient

El País México

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