El pasado 22 de septiembre, Donald Trump usó una orden ejecutiva para designar como «organización terrorista» al movimiento Antifa. Sin duda estaba influido por el doloroso asesinato de su amigo , apenas dos semanas antes, y por los intentos de magnicidio que él mismo sufrió durante la campaña electoral. Hablamos, por supuesto, de una decisión polémica, ya que el progresismo lo considera una conspiranoia: el presidente Joe Biden declaró en 2020 que «Antifa es una idea, no una organización» , mientras que la estrella de la televisión defendía directamente que «Antifa no existe». Algunos juristas ponen en duda que un presidente pueda ilegalizar un movimiento político sin respaldo judicial. El nombre de esta organización es una abreviatura de antifascismo y reclaman que esa etiqueta justifi

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