El último acto de lo que Jorge Bustos llama con acierto ecoestupidez o ecovandalismo correspondió al grupo Futuro Vegetal, dos de cuyas integrantes rociaron con pintura roja la obra de José Garnelo en el Museo Naval de Madrid, «Primer homenaje a Colón», de 1892. Las dos facetas habituales de este gamberrismo fueron rápidamente denunciadas.

En primer lugar, su inane argumentación, un caótico batiburrillo que mezcla la acusación a España de haber cometido un «genocidio» en América, lo que –a pesar de Albares– es falso, con el odio al capitalismo y a las empresas «extractivas» y «neocoloniales» que arruinan el medio ambiente. Como si la economía de mercado fuera un puro saqueo y una pura destrucción, y como si el socialismo se hubiera destacado por su exquisito cuidado del planeta, sus habit

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