Ubicado en el noreste de la provincia de Girona, Besalú pertenece a la comarca de La Garrocha y destaca por conservar gran parte de su trazado medieval original. Su situación, entre los Pirineos y la llanura del Empordà, hizo que desde tiempos antiguos fuera un punto de paso importante en las rutas comerciales del interior. Con el tiempo, el pueblo creció y llegó a tener un papel relevante durante los siglos XI y XII, cuando se convirtió en el centro político y administrativo del antiguo condado de Besalú.
El patrimonio arquitectónico del municipio evidencia su continuidad histórica y el valor de sus construcciones civiles y religiosas. Las calles empedradas, los edificios de piedra y los restos de murallas permiten recorrer una villa que mantiene la estructura urbana medieval prácticamente intacta. En reconocimiento a este legado, Besalú fue declarado Conjunto Histórico Nacional en 1966, una distinción que contribuyó a reforzar las medidas de protección y conservación de su patrimonio.
El puente medieval sobre el Fluvià
El puente medieval de Besalú constituye el principal acceso al municipio y uno de los elementos arquitectónicos más representativos de la comarca de La Garrocha. La estructura, de origen románico, fue erigida entre los siglos XI y XII sobre el cauce del río Fluvià. Su diseño respondía a la necesidad de controlar el paso entre el interior de Girona y la llanura ampurdanesa, al tiempo que reforzaba la defensa del núcleo urbano. El puente mide aproximadamente 105 metros de largo y está compuesto por siete arcos desiguales que se adaptan al relieve del terreno y a las condiciones del río.
El puente de Besalú ha experimentado diferentes reconstrucciones a lo largo de su historia. Una de las más destacadas se llevó a cabo durante el reinado de Jaime II de Aragón, después de que una crecida del río Fluvià provocara su destrucción parcial. Con el paso del tiempo, la construcción sufrió nuevos desperfectos derivados tanto de las condiciones naturales del entorno como de conflictos bélicos. Tras los daños ocasionados durante la Guerra Civil Española, el arquitecto Pons Sorolla dirigió una restauración integral que permitió recuperar la forma original del puente y asegurar su estabilidad para las décadas siguientes.
Hoy continúa siendo el principal acceso al casco antiguo y uno de los puntos de partida de las rutas culturales que recorren la comarca. La administración local realiza labores de mantenimiento y señalización informativa que garantizan la preservación del monumento y su accesibilidad. Su conservación permite comprender la relación entre la estructura urbana medieval y el entorno natural del río Fluvià.
El patrimonio histórico y cultural de Besalú

El casco histórico de Besalú conserva una estructura urbana que refleja al desarrollo de la villa durante la Edad Media. Entre los espacios más relevantes se encuentra la antigua judería, ubicada junto al cauce del río Fluvià. En este sector se establecieron, a partir del siglo XI, alrededor de una veintena de familias judías que contribuyeron al desarrollo económico y social del municipio durante casi cinco siglos. Las estrechas calles del barrio, con trazado irregular y edificaciones de piedra, mantienen parte del aspecto que caracterizó a la comunidad hebrea y su integración en la vida local.
El legado de este colectivo puede apreciarse especialmente en el miqvé , un baño ritual judío descubierto en 1964 durante unas excavaciones arqueológicas. La estructura, datada en el siglo XII, está considerada el único ejemplo medieval de su tipo documentado en la península ibérica y uno de los tres conservados en Europa.
Se trata de una estancia subterránea de estilo románico cubierta con bóveda de cañón, que incluye una ventana aspillera y una piscina rectangular alimentada de forma natural por el agua del río. El espacio se utilizaba para las abluciones de purificación previas a los actos religiosos, y su conservación permite comprender la vida cotidiana y espiritual de la comunidad judía en la Besalú medieval.
Además de la judería, el patrimonio religioso de la villa incluye dos templos destacados. La iglesia de Sant Vicenç, erigida en el siglo XII, representa el románico catalán con una sola nave y un ábside semicircular decorado con capiteles escultóricos. El monasterio de Sant Pere, fundado en el año 977 por el conde-bispo Miró Bonfill, consolidó la importancia espiritual del municipio. Su iglesia abacial, consagrada en el año 1003, conserva buena parte de la estructura original.

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