La sugestiva jugada del kirchnerismo senatorial del martes último, cuando firmó en disidencia el dictamen para reglamentar con mayor estrictez los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU), sembró un manto de dudas en la oposición “dialoguista” de cara a la renovación del 10 de diciembre próximo . El cristinismo , que volvió a impregnarse de cierta témpera peronista y ahora apuesta al histórico pragmatismo, abrió una ligera ventana de negociación a futuro con la Casa Rosada, que debe definir cuál será su política de acuerdos y tendrá que resolver, ya inflada en volumen parlamentario, cómo lidiar con la discusión trascendental del Presupuesto 2026 y con la nueva dilación sobre la Corte Suprema y el festín de pliegos judiciales, con globos de ensayo mágicos lanzados para confundir.

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