Un tornado de gran magnitud azotó el estado de Paraná, Brasil, el viernes 7 de noviembre, dejando un saldo trágico de al menos seis muertos y 750 heridos, según informaron las autoridades locales. Este fenómeno meteorológico, con vientos que alcanzaron los 250 kilómetros por hora, causó una devastación significativa, arrasando viviendas y destruyendo casi el 90% de la ciudad de Río Bonito do Iguaçu. El gobernador de Paraná, Ratinho Junior, declaró el estado de calamidad pública y un luto oficial de tres días en honor a las víctimas. Aproximadamente 10,000 personas se han visto afectadas en 14 municipios, y los equipos de rescate continúan buscando a posibles desaparecidos entre los escombros. Río Bonito do Iguaçu, con una población de 13,500 habitantes, fue la más impactada. En esta localidad, cinco de las seis muertes confirmadas ocurrieron, incluyendo a tres hombres, una mujer y una adolescente de 14 años. El subcomandante de Bomberos de Paraná, Jonas Benghi Pinto, describió la escena como "un escenario de guerra", con postes caídos, vehículos volcados y casas destruidas. Un hospital de campaña ha sido establecido para atender a los heridos. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva ha ordenado el envío inmediato de personal médico y rescatistas para coordinar la respuesta a la emergencia. "Nuestra prioridad es salvar vidas y reconstruir lo que fue destruido", afirmó el mandatario en sus redes sociales. El gobernador Ratinho Junior agradeció la asistencia federal y anunció que, tras las labores de rescate, se implementará un plan de reconstrucción de viviendas. Las autoridades han habilitado centros de acopio para recibir donaciones de alimentos, agua y ropa de abrigo. El Instituto Meteorológico de Brasil explicó que el tornado se formó dentro de una supercelda, una tormenta de gran intensidad. Además, los estados vecinos de Río Grande do Sul y Santa Catarina han declarado emergencia debido a un ciclón extratropical que se dirige hacia el norte. En São Paulo y Río de Janeiro, se han reportado lluvias torrenciales y vientos fuertes, causando caídas de árboles y daños en la infraestructura. Este desastre natural se produce a solo dos días del inicio de la Conferencia Climática COP30 en Belém, donde se discutirán estrategias para enfrentar fenómenos extremos exacerbados por el cambio climático.