Saben mejor que nadie quienes fantasean y fabulan, en suma, quienes narran, que nada se crea absolutamente de la nada. Eso no ha existido nunca ni existirá jamás, pues toda ficción no es más que una reinterpretación de la realidad, una versión más o menos rastreable de quiénes somos o hemos sido. A esta máxima no se escapan, ni mucho menos, los autores de ciencia ficción y de fantasía, ni tan siquiera los más radicales o rompedores. Mucho menos lo hace el superventas , firmante de la saga de «Juego de tronos» y «Muerte de la luz», entre otras obras que toman multitud de elementos de la realidad para trufarlos de dragones, poderes mágicos y sangre a borbotones.

Algunas de las referencias son evidentes para el ojo profano: el famoso muro de su multipremiada serie no es otro que el muro de

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