Esta semana se reanuda y terminará el pintoresco juicio al fiscal general. Pintoresco por varios motivos.
Se ha constatado la lucha interna en la fiscalía, evidenciada en los testimonios contradictorios de varios fiscales que han comparecido como testigos. Las rencillas se han hecho visibles delante de su jefe, que asiste a la sucesión de testimonios no desde el banquillo de los acusados, sino haciendo uso del privilegio –como fiscal que es– de situarse junto a sus defensores. Salvo aquellos que rodean al presidente del Gobierno y se enfrentan a acusaciones judiciales –su esposa, su hermano y el propio fiscal general– ningún español disfruta de la defensa gratuita que ejerce para ellos la Fiscalía, cuando su función constitucional consiste en perseguir el delito, no en defender a quienes

LA RAZÓN Opinión

New York Post
Raw Story
RadarOnline
AlterNet
KPTV Fox 12 Oregon
The Daily Beast