Ciudad de México.- Venían del desierto aquellos hombres llegados de la España y Portugal, y se toparon de pronto con un oasis donde manaba un salto de aguas cristalinas. De ahí el nombre: Saltillo. Etimología de a 2 por 5, es cierto, pero dígame usted otra mejor. Eso sucedió en el año de 1577, y el manantial, aunque parezca increíble, sigue fluyendo aún. Da nombre al barrio más antiguo y más tradicional de mi ciudad: el Ojo de Agua. Situado en lo alto de la colina que señorea el valle, ese barrio, cargado de historias y leyendas, tiene su particular estilo y su propia identidad. Alguna vez un grupo de muchachos subimos a la cumbre de Zapalinamé, la madre sierra llamada como el caudillo de aquellos "bravos bárbaros gallardos", los chichimecas aborígenes, que se acabaron, pero no se rindie

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