Benicàssim es sinónimo de mar, naturaleza y calidad de vida. Nuestras playas, el Desert de les Palmes y nuestro entorno mediterráneo son parte esencial de nuestra identidad. Pero una amenaza silenciosa se cierne sobre ese patrimonio natural: los microplásticos, esas diminutas partículas que invaden los océanos, los ríos y hasta el aire que respiramos.
Un problema invisible pero real
Cada año, millones de fragmentos de plástico acaban en el mar, y una parte significativa termina en nuestras costas. No los vemos a simple vista, pero están ahí: en la arena, en el agua, en los peces que comemos. Estudios recientes han detectado microplásticos incluso en la sal marina y el agua potable. Su presencia no solo afecta a la fauna marina, sino también a nuestra salud y al equilibrio de los ecosiste

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